Yvan

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martes, 11 de mayo de 2010

A juzgar tranquilos

Existe una actitud humana que es casi un reflejo involuntario: juzgar. Hoy, justamente me voy a ocupar de un grupo específico: los artesanos callejeros urbanos. Mi intención es hacer que ustedes dejen atrás el antiguo preconcepto de que "los artesanos se drogan". ¿Por qué juzgar?
Por ende, para que cesemos de hacer juicios de valor sobre otros grupos sociales, voy a demostrarles que esta frase contiene hechos reales, para que puedan juzgar tranquilos, respaldados de que sus palabras no son resultado de la intolerancia, sino de una verdad objetiva, pura.
Durante estos últimos 2 años y medio de carrera de comunicación, me he bajado del ómnibus y observado a estos especímenes posando junto a sus obras de arte día tras otro, con cambios mínimos.
No pude evitar detenerme a analizar sus piezas. Algunas de las cosas que vi:

  • Réplicas aumentadas de variedad de insectos en metal.

La mayoría de las características de los insectos son molestas. Aún con su diminuto tamaño, en la vida real son increíblemente molestos y difíciles de matar. ¿Por que razón querría un insecto gigante e indestructible? El hecho de que sea de metal no lo hace menos molesto. Si ya en la realidad un insecto me parece asqueroso, ¿por qué una versión aumentada sería más agradable a los ojos?

  • Lápices de madera gigantes

En primer lugar, la función esencial de un lápiz es escribir, y para eso, debe caber entre los dedos de un ser humano. Entonces, ¿cuál es el público objetivo de este producto? Lo más probable es que estén diseñados para alguna especie de "gigante" resultado de algún viaje de droga.
Aún así, ¿lápices mal tallados? ¿qué necesidad? Parece que todavía no se enteraron de la existencia de ciertos lugares llamados librerías, donde proveen todo tipo de lápices (adaptables a las manos humanas).

  • Figuras de criaturas extrañas

Este debe ser el argumento más sólido de todos. Estas obras maestras consisten de un muñeco equiparable a monstruitos como Gollum del señor de los anillos. Es una cruza entre un duende y E.T. Ojo, que este pequeño ser de desconocido origen no sólo sirve para decorar la mesa de luz, sino que también viene en formato de lámparas, porta incienso, entre otra parafernalia hippie. Ahora bien, ¿realmente creen que una especie de viejito arrugado con una expresión facial espeluznante es una fórmula ganadora? Ni siquiera aunque tuviera la intención de inducirme pesadillas.

En conclusión. Creo que todos estos argumentos dados son más que una prueba fehaciente de que estos seres humanos se drogan, se la dan duro, viajan y demás eufemismos.

Así que la próxima vez que alguien los condene por juzgar al otro, ya saben, siempre habrá alguna prueba que respalde su opinión.

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