Yvan

Photobucket

miércoles, 18 de mayo de 2011

Happy birthday to you! (not)

Psicólogos, psiquiatras, antropólogos, profesores de filosofía, entre otros expertos en relaciones humanas, afirman que las fuentes de estrés más comunes son: la muerte de un familiar y una mudanza.
Errrrr! (imitando sonido robótico de equivocación), no podrían estar más errados. Uno de los acontecimientos más estresantes en la vida, sin duda, son los cumpleaños.
No lo digo porque se acerque el mío, al contrario, por suerte me quedan varios meses de paz y tranquilidad

Todo empieza, aproximadamente 3 semanas antes de la fecha crucial. Cuando a me va cayendo la ficha y voy consultando a mis pares "¿Che, qué les parece hacer para mi cumpleaños?".

Cuando al fin se llega a la resolución de festejarlo, es cuando me encuentro con los primeros tropezones. ¿A quién carajo invitar? Porque claro, en el club hay una chica que me cae bien, pero si la invito, después sale en las fotos en facebook, la van a taggear, las demás la van a ver y el resto me odiará por siempre por no haberlos invitado a compartir este día tan especial conmigo (aunque nunca les haya caído bien de entrada). Otro personaje de cumpleaños es el individuo "clavo", ese extra calificado que tenés que invitar pero, lamentablemente, no tiene incluido un par para conversar. Lo cual me deja con dos opciones: encajarle unos amigos para que charle o quedarme toda la noche intentando entretener a esa persona, a pesar de habernos quedado sin temas de conversación, porque en 10 minutos logré resumirle "qué era de mi vida".

Igualmente, lo peor, es una semana antes. El momento en que finalmente me digno a mandar la digital invitación y cuando empiezan a caer los feedbacks. "Perdón, justo ese día operan a mi perro, que pases lindo" "Me gustaría ir, pero, tengo que estudiar"  "Muchas Gracias por tenerme en cuenta, pero no somos tan amigos, me doy cuenta que soy de relleno"

Pero no es hasta los instantes previos a la llegada de los invitados que empieza a pegar la crisis. Es ahí cuando me encuentro sola, derramando lágrimas sobre los sanguichitos de miga de jamón y queso exclamando "No va a venir nadie!" "Nadie me quiere!" "No tengo amigos!" "Soy una Loser!" Al darme cuenta que compré demasiados, que mis expectativas fueron muy altas, que voy a terminar almorzando y cenando sanguichitos de miga hasta mi próximo cumpleaños

Al final, cuando llegan todos, los grupos están armados, la música está sonando, y todo parece estar en orden, va cayendo de a uno con su pedido personal "Che, puedo hacer una llamadita? Es de larga distancia, mi madre está de viaje en Hawaii y se preocupa si no la llamo cuando salgo" "No me traes más sanguichitos?"  "Me prestás un peine que se me despeinó el jopo?"  "Me podrías alcanzar unos terroncitos de azúcar?, el clericó está un poco amargo"

Encima no usan los posavasos que gentilmente les dejo a su alcance.

A esta altura, no hay mejor opción que irse a un bar con la gente que uno quiere, tomarse unos cuantos tragos ricos, decir algunas pavadas, bailar un poco e irse a dormir con una sonrisa, cortesía del alcohol.

domingo, 8 de mayo de 2011

Sobre los apodos


Los seres humanos hemos alcanzado la más alta complejidad para nombrarnos unos a los otros. No sólo con la metodología de los segundos nombres mencionada anteriormente, sino también con los apodos.
Porque además del nombre, está esa denominación la cual tus seres queridos eligieron para vos, porque tu nombre no fue suficiente,

Los orígenes son diversos, puede tratarse de un apócope, devenir de un rasgo físico, por alguna característica de la personalidad, tal vez surgió causa de los problemas fonéticos de alguien que no supo pronunciar tu nombre, o quizás un acontecimiento que marcó tu vida.

Es más, me atrevería a afirmar que muchos de nosotros poseemos más de un apodo, uno para cada ámbito de la vida. Pero a veces, este orden no es tal, y en mi caso, todos los apodos convergieron en un entorno, provocando una gran anomia.
He aquí mi caso:

Me llamo Joanna, de pequeña fui Jowi, en la escuela surgió Yolanda y luego su apócope "yola" o "La Yola" haciendo referencia a los apodos de aquellos en los bajos estratos de la sociedad. Más de grande decidí adoptar el Joey, la versión inglesa de Jowi si se quiere. Así como el de friends, como el de los ramones, agregándole un toque "cool", potenciado en el mundo virtual.

Aún así, estos apodos tienen una determinada jerarquía. En el caso de "Yola", sobrenombre que de alguna manera logró colarse en mi vida universitaria, son sólo unos pocos los que han ganado la autoridad para llamarme así.

Es por eso que me enerva de sobremanera, que, por el mero hecho de haber escuchado a otra persona llamarme así, alguien que no tiene la confianza suficiente se crea con  autoridad de ejercer ese derecho.

Por ende, les aconsejo a todos mis lectores que aprendan a detectar las jerarquías de los apodos. Tengan en cuenta que no sólo porque existan, significa que suenen bien en la boca de todos.

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...