Diarios de bicicleta (de spininng)

Pedaleando en la bicicleta soy como el che guevara. Sudando cada gota a medida que subo las arduas montañas imaginarias mientras se escucha un repertorio de varias canciones tropicales y latinoamericanas. Vamos a Colombia con Juanes y Shakira, recorremos Perú con algún intérprete desconocido (sin duda peruano porque esa quena de fondo solo podía ser peruana), pasamos por cuba con Celia Cruz y culminamos nuestro destino en el lugar de procedencia que sea el de Elvis Crespo (podría buscarlo en wikipedia pero no lo considero relevante).

En esos momentos pienso que tal vez, ser instructora de spininng no estaría tan mal, porque, omitiendo la mediocridad de la formación, el escaso sueldo y la frustración de sacar todas esas manchas y olor a chivo de las musculosas, tiene cosas que están buenas. Por ejemplo, al igual que el che, la instructora lidera a las masas, si pide que sus súbditas vayan más rápido, ellas lo hacen, si desea que sus súbditas suban una inexistente montaña, lo hacen de igual manera y con una sonrisa en la cara. Sin mencionar, que, además, puede elegir la banda sonora que se le cante.