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jueves, 17 de febrero de 2011

Reflexión sobre la publicidad

Hablemos de una de las profesiones más antiguas: la publicidad.

Ésta, en sus inicios, se hacía de una manera explícita y sumamente denotativa. Por ejemplo, en Pompeya, las enseñas que indicaban el camino a los antiguos prostíbulos, eran conformadas por penes erectos que indicaban el camino. Y es en ese momento, donde las dos profesiones más antiguas se encontraban.

Hoy en día, la evolución nos otorgó, además de todos los placeres tecnológicos que gozamos, una publicidad más sofisticada y sutil. Enterrados en el pasado están los penes erectos. En la actualidad tenemos conceptos más refinados, hablamos de target, activación de marca, redes sociales, community managers, entre otros términos caretas que utilizamos los publicistas.

Pero no fue sino al ver un cartel de vía pública de una conocida marca de productos embutidos que me hizo cuestionarme la existencia de dicha evolución. La fotografía retrataba a un hombre y una mujer en extremos opuestos de un pancho con la intención de comer de él.

Esto me retrotrajo al inevitable eufemismo que significa “comerse un pancho” y me puse a pensar ¿cómo es posible que una marca que produce elementos fálicos comestibles pueda publicitarse de una manera delicada?

Supongo que debe ser el mismo problema al que se enfrenta un padre al explicarle a su hijo pequeño cómo se hacen los bebés o como cuando uno va a comprar preservativos a la farmacia. Es un proceso incómodo e ineludible de la vida.

1 comentario:

Gero dijo...

Hablando en serio, precisamente una de las cosas lindas de la publicidad es encontrarle el pelo al huevo de manera tal que lo fálico pase desapercibido.

Y sí, lo de "pelo al huevo" fue una analogía a los testículos para hacer una referencia genital a esta entrada de blog.

I thank you.

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